Antes de asombrar al mundo con su arquitectura Rafael Moneo se crió en una ciudad milenaria, Tudela, por cuyas calles habían pasado celtas, romanos, visigodos, judíos y musulmanes. Quizá por eso, por esa convivencia cercana con los rastros del pasado, su arquitectura siempre ha estado impregnada por un interés genuino y respetuoso por la historia del arte. Pero mirar al pasado para aprender no implica quedarse atrás. Y su obra, un auténtico patrimonio rebosante de creatividad e innovación, así lo demuestra. A sus 85 años Rafael Moneo, incansable arquitecto, crítico, profesor y conferenciante, sigue viajando por el mundo inspirando a las nuevas –y no tan nuevas- generaciones. Como un extraño eslabón que, siendo contemporáneo, forma parte ya de la historia del arte.
En alguna ocasión comentaba que “el dibujo es la primera construcción de la arquitectura”. En una disciplina en la que la tecnología y el diseño virtual se ha desarrollado tanto, ¿qué papel sigue jugando el dibujo en su trabajo?
Desde que en el siglo XV se les ofrece a los arquitectos la posibilidad de describir lo que se va a construir mediante la invención de la perspectiva, el dibujo ha acompañado a lo que ha sido el desarrollo de la actividad constructora. No es exagerado decir que la arquitectura de entonces estaba pensada desde el dibujo. Pero ahora las cosas son muy distintas, y se construye de una manera muy diversa. Por ejemplo, ahora estamos en una habitación en la que se ofrece una gran posibilidad de elección de material y procedimientos constructivos, lo cual es una muestra de que pensar en arquitectura hoy en día es hacerlo de una manera muy diversa, que no da al dibujo tanto protagonismo como tenía en el pasado. Indudablemente el mundo de lo construido seguirá manteniendo contacto con lo que ha sido, pero sería exagerado decir que sin dibujar no se puede construir hoy. Lo que si diré es que todo aquel que ama la arquitectura y la construcción siempre tendrá la referencia del dibujo para ayudarse a imaginar las cosas, y también para entender mejor lo que ha sido la arquitectura antigua, esa que afortunadamente tanto papel juega todavía en nuestras vidas.
Desde el punto de vista de la arquitectura, ¿qué papel juega el interiorismo a la hora de crear un espacio?
Yo creo que el interiorismo realmente tiene que aspirar a que la gente pueda expresarse en el interior de donde vive, dejando constancia de su persona. En ese aspecto nada es más grato que ver una casa que evidencia y deja ver quién es quien la ocupa. En las casas excesivamente diseñadas no me siento tan cómodo. No creo tampoco que haya que hacer tan inequívoca la relación entre interior y exterior. Por eso, si hablamos de la vivienda, yo preferiría animar a la gente a que se sienta capaz de expresarse. Naturalmente todos aprendemos con los ejemplos y la información que tenemos alrededor.
En la época del consumo inmediato y fugaz, en la que las modas cambian continuamente, ¿ha cambiado el concepto de vanguardia?
Todos los tiempos han cambiado. En esto estamos exagerando muchísimo al pensar que vivimos en unas condiciones únicas y casi apocalípticas. Yo creo que si uno atiende a lo que ha ocurrido en el pasado, en muchas ocasiones llegaríamos a la conclusión de que esta sensación de vivir en los últimos tiempos se ha tenido siempre. El término vanguardia, acuñado en el periodo de entreguerras, ha servido muchísimo para explicarnos lo que han sido determinados momentos de la historia reciente. La historia del arte y de la arquitectura del siglo XX ha estado muy relacionada a la noción de vanguardia. Hoy en día sigue habiendo puntas de lanza, ya que dada la absoluta necesidad continua de cambio y renovación lleva a que de un modo u otro lo que la vanguardia supone esté siempre presente en todos los tiempos.
– Por Salvador Arellano e Íñigo Ziganda